Misa del P. Laguerie en San Eloy---------- ------------------------------------ iglesia San Nicolás en París
Lunes 7 de enero de 2008, por El secretario
Padre,
Desde hace varios meses circulan extractos de sus textos del « Chardonnet » que yuxtaponen hábilmente sus observaciones de entonces con su actitud actual.
El primero de estos escritos fue firmado por el padre de Champeaux, Prior de la Fraternidad en el Périgord y más recientemente es el padre Chautard, vicario en San Nicolás de Chardonnet, que lo atacó directamente por su comentario del documento del Papa de julio pasado relativo al famoso “subsistit in” de Lumen Gentium.
Quizá usted subestima el daño de estos puntos quemantes y lo más asombroso en todo esto es su silencio que parece acreditar la tesis de sus adversarios: ¿el Padre Laguérie habría cambiado? Creo que es nuestro amigo Brigneau que lo llamó un día “el cura que tira más rápido que su sombra”.
Ya sea que usted lamenta sus tesis de aquel entonces (extraídos todos de su famoso libro “Con mi bendición”) o ya sea que usted transige hoy teniendo un discurso suavizante en dirección a los obispos: sus adversarios se dan salvoconducto para introducir una dialéctica entre el cura salvaje de San Nicolás y el cura legítimo de San Eloy. ¡Es hora de decirnos cuál de los dos es usted!
Muy respetuosamente,
Rémi Augustín Sartrouville
Respuesta
· Cura salvaje de San Nicolás vs Cura legítimo de San Eloy
7 de enero de 23: 03, por el Padre Philippe Laguérie
Querido amigo,
Es cierto que varios jóvenes, muy jóvenes, padres de la Fraternidad se relevan, con gran refuerzo de citas del acusado, para explicar que el padre Laguérie de San Nicolás de Chardonnet era super mientras que el de San Eloy es un miserable. Todo igualmente exagerado ex utroque; ¡es, por otra parte, el índice que sus afirmaciones de hoy a mi respeto son tan sospechosas como las de entonces! “Todo lo que es excesivo es insignificante” decía Talleyrand. Tuvimos al padre de Champeaux (Bergerac-Perigueux) mi antiguo vicario en Burdeos y hoy es el turno del padre Chautard (actual vicario de San Nicolás) de yuxtaponer innumerables textos para horrorizar en las chozas. El uno y el otro relevados por el actual Prior de Burdeos que extrae de aquí su maná y cree deber encontrar su supervivencia en el demostrar sin cesar a su fieles que mi bella parroquia es una vía de perdición. Lo que ninguno cree verdaderamente a pesar del sanitario “políticamente correcto, así establecido, haciendo esto, como”. Cuando un difunto nos es común, mis (inteligentes) feligreses asisten a donde ellos a los funerales, mientras que los suyos (adoctrinados) no ponen los pies donde nosotros. ¡“Es apenas creíble!” diría mi sobrino…
Que sepan todos ellos que de ninguna manera les tengo mala y les deseo unas muy felices Pascuas en la paz del Gloria in Excelsis Deo. Diría incluso que eso más bien me divierte: porque numerosos obispos me reprochan exactamente lo contrario: “Laguérie, es como antes”. Y luego he tenido treinta años antes que ustedes y, entonces al menos, no me contentaba con yuxtaponer las citas. Defendía con dientes y uñas, a los lados de mis superiores, la supervivencia de la Tradición y si alguna una de mis diatribas de entonces tiene la gracia de tocarlos aún, me dan mucho honor y fuerzan mi gratitud. Sepan de todos modos que no lamento ninguna de esas líneas, al contrario; ¡no eran tan numerosos, los sacerdotes, que defendían públicamente las consagraciones a las cuales les deben su sacerdocio! Y creo que, a pesar de su juventud y de sus interminables citas, estos jóvenes hacen el buen trabajo. En cuanto a esta famosa juventud, eso les pasará antes de que eso me retome. “Mis queridos señores, Paciencia” habría dicho nuestro buen Padre Barriel, deslizando su pulgar bajo sus índices-mayores. Perdón, ustedes no pueden saber.
Pero basta de bromas: las cosas son serias. Y su comprensión puede aclarar más de una linterna: es el único motivo de esta intervención que no dejará de parecer (falsamente) como un alegato pro domo. Me burlo bien, por lo demás. Un anacronismo funesto y un desfase explosivo para el futuro: tales son el motivo y el alcance de estos ataques repetidos (y unilaterales, ténganlo en cuenta) que dan prueba de nuestros diferendos.
1/ Un anacronismo funesto.
Si sus innumerables citas se refirieran a cuestiones de Fe, de doctrina, de moral, entonces tendrían razón de decir que el padre Laguérie se voltio la chaqueta. Y si entonces tenía razón (lo que ustedes parecen concederle, ¿no es verdad?), conforme, que se habría vuelto un hereje, un liberal, un impío… ustedes no llegan a estos nombres de pájaros, gracias. Y he aquí el por qué:
Todas sus citas forman parte del ámbito político, sin excepción. Hablo aquí de la política en el sentido aristotélico, del gobierno de la ciudad, de Dios en la ocurrencia. Se trata siempre de una cuestión de posicionamiento con relación a lo que el Cardenal Benelli llamaba (erróneamente, lo dije aquí) la iglesia conciliar. En verdad, se trata más de bien: de saber qué comportamiento práctico es necesario adoptar frente a una Autoridad, nada menos que la de la Iglesia de Jesucristo que, entonces, nos prohibía de hecho la misa, el catecismo, la Escritura, como dice Madiran. Y también el acceso al episcopado: ¡cuántas generaciones de seminaristas, de las cuales soy yo, no temblaron a la idea de una muerte prematura de Mons. Lefebvre! Estas cuestiones eran de vida o muerte.
Entonces déjenme decirles muy clara y fuertemente si es necesario: o bien la situación práctica en nada evolucionó desde los años 70 y en efecto, mi “cambio” es funesto; o bien esta situación práctica cambió y es su inmovilismo táctico que es funesto y va a costarles muy caro. Y porque pienso obviamente que la situación práctica cambió completamente (incluso si será necesario algunas décadas para traer la paz doctrinal completa, como dice tan justamente Mons. Fellay: volveré sobre el tema) y que ustedes se equivocan completamente de época, entonces van derecho contra la pared.
Pues en fin: ¿tenemos obispos? Sí. ¿Qué confirman y ordenan en la Tradición litúrgica? Sí. ¿Se les prohíbe decir la misa gregoriana? No. ¿Se les dice que está prohibida? No. ¿Se les exige tomar el concilio como el super dogma que eclipsa Nicea? No. ¿Tienen el derecho a rechazar el espíritu y a interpretar la letra según la Tradición? Sí, e incluso es un deber. ¿Pueden administrar todos los sacramentos con el ritual de 1962, recitar el breviario del mismo año? Sí. ¿Quién les impide dar un verdadero catecismo a los niños y a los adultos? Nadie. ¿Y quién les impide estar en perfecta comunión con Roma y el Papa? Tengan cuidado que no sea su orgullo o algún demonio que los persuade de lo contrario… abran sus ojos cerrados desde 1988: se termina la operación “supervivencia” y ustedes no figuran allí ni siquiera como antiguos combatientes.
Todo no es color rosa, ciertamente, y lejos de ahí. Abrir iglesias no es fácil, concedo. ¿Pero están seguros qué eso era cosa fácil en la Fraternidad? ¿y a quién lo dicen ustedes? ¿Han intentado solamente, como en Amiens actualmente? No es seguro. Nuestros obispos deberían sin duda no solamente dejarnos hacer, sino mostrarnos el ejemplo: De acuerdo. Sí, será necesario tiempo…
¿Pero pueden pensar seriamente que la situación no ha cambiado, sin mentir en el fondo de ustedes? ¿Que Pablo VI y Benedicto XVI son idénticos e intercambiables? ¿Qué nada pasa en la Iglesia y que, mientras que ustedes estén, nunca se producirá nada de alentador? La confiscación de todos los bienes espirituales y tesoros de la Iglesia en provecho de una ideología se terminó: abran de nuevo los ojos. ¿Y si la situación política ha cambiado tan profundamente y ustedes se niegan a adaptar su juicio, quién de nosotros está en la verdad? ¿Debo recordarles que la verdad se encuentra en el juicio y que es el que se niega a modificar su juicio sobre una realidad cambiante quien se equivoca? Puede bien jactarse de no haber cambiado y de negarse absolutamente a hacerlo: además de que esto es poco inteligente, se encuentra muy rápido en el error. Y un error tanto más tenaz que él lo ha consentido como un criterio… de verdad. “Y mantenemos nuestros amables remordimientos como el mendigo alimenta sus miseria”. (Cita de Baudelaire para utilizar en un próximo artículo). El criterio de la verdad doctrinal está bien en Canon de Lérins “eadem sententia, eodem sensu”. Pero hacer del inmovilismo el criterio de un juicio práctico del ámbito político, es destruir la inteligencia. No hay de que elogiarse. Es decir que está oscuro al mediodía, porque esto era verdad a medianoche.
Un ejemplo reciente de este anacronismo funesto acaba dársenos de lo alto entre sus filas. En la conferencia que dio Tissier (no veo en absoluto por qué este obispo tenía derecho un título cualquiera cuando se permite, ante la indiferencia general y una vergüenza sin precedentes para la Fraternidad, nombrar al papa Benedicto XVI “Ratzinger” sin excepción y a todo lo largo) los días 9, 10 y 11de noviembre pasados en el simposio Pascendi en París.
Ya que, además del escándalo dado así a la Iglesia entera y en la impunidad general de la Fraternidad que publica orgullosamente estos insultos en el sitio oficial del distrito de Francia (yo soy el primero en destacar el hecho casi dos meses más tarde: esperaba, pero en vano, que algún responsable lo hiciera) Tissier sólo encuentra, para justificar todos los epítetos que otorga al Papa (racionalista, liberal, modernista etc.) citas de 40 años. Cuando el padre Ratzinger era el secretario del padre Rahner en el concilio. Ya sabíamos que la teología hussita de Ecône prohíbe a cualquiera el mejorarse, corregirse, a fortiori convertirse (piénselo -por lo tanto!). Pero que un obispo de la Fraternidad cometa, en la indiferencia general, un anacronismo tan perverso es sintomático de esta glaciación del pensamiento.
¡No quiero entrar aquí en los presupuestos psíquicos que presiden a semejante deriva, que debe hacer revolcarse a Mons. Lefebvre en su tumba! ¿Qué habría hecho Tissier con San Pedro, incluso en la noche de la resurrección? ¿Cómo Tissier habría tratado el caso San Pablo? no habría sido toda su vida más que el perseguidor de los cristianos, eso es todo. Si Tissier es sedevacantista, que se atreva a declararlo públicamente y deje la Fraternidad, que no lo es. Y si él no lo es, que tenga la decencia y la cortesía de llamar el papa por su nombre de papa o por su título. Mientras tanto, encuéntrenme un solo texto de Mons. Lefebvre que llame al Papa Pablo VI “Montini” o a Juan-Pablo II “Woytila” y comenzaré de nuevo a llamar a Tissier (de Mallerais, por favor) “Monseñor”. ¿No han sufrido lo suficiente, no de no, cuándo los peores modernistas llamaban a nuestro fundador “Lefebvre” y han leído ustedes el Evangelio que les impone nunca hacer a otros lo que no querrían que les hagan?
En cuanto a nuestro valiente padre Chautard que se estrangula en su punto quemante al constatar que los ortodoxos constituyen “iglesias”, pensamiento que me atribuye por lo demás mientras que simplemente es del papa actual, debería releer su historia de la Iglesia. ¿Sabe, por ejemplo, que los 24 patriarcas ortodoxos orientales convocados por el papa Eugenio IV al Concilio de Florencia se sentaban como nuestros obispos católicos y tenían una voz deliberativa? Y sí, lo que no se atrevieron Juan XXIII y Pablo VI en el Vaticano II, los papas del renacimiento lo hicieron e hicieron bien: sin Mahomet II, que impuso por la guerra, la tortura y la violación, el cisma ortodoxo, la Iglesia Católica había conseguido unificar a sus hijos desde España hasta Moscú, pasando por Constantinopla y Alejandría…
2/ Un desfase explosivo.
Quien leyó la entrevista de Monseñor Fellay en Présent del sábado 24 de noviembre (por lo tanto 15 días después de la prestación Tissier) se tranquiliza pesar de todo. “Preveo la posibilidad, relativamente próxima, de encontrar remedios prácticos” (a la situación de la FSSPX en la Iglesia) aunque, con tanto buen sentido como realismo, el superior general afirma que será necesario varias generaciones para “la paz encontrada por la solución de la crisis doctrinal”. No soy sospechoso de una benevolencia excesiva respecto a Mons. Fellay… pero yo aplaudo bien fuerte a la lectura de estas líneas: “eso significa que los remedios prácticos llegarán mucho antes del final de la crisis”.
Confiesen que es exactamente la posición concreta que presidió la creación y a la existencia del Buen Pastor. Es también la materia de un famoso editorial de Pacte, hace ya 10 años, escrito por su servidor y titulado por el padre de Tanoüarn: “Hacia una solución práctica”. Sólo hay la gente superficial para hacer creer que situaciones jurídicas concretas significarían, por sí mismas el final de toda controversia u oposición doctrinales. Vamos! por lo tanto: ¡nuestros enemigos más encarnizados no se equivocan y la agitación de este argumento miserable camufla evidentemente una denegación de toda solución, incluso y sobre todo doctrinal! Se comienza a medir cuánto una teología desconectada de la vida de la Iglesia se cubre de peligrosa y el rechazo de soluciones prácticas no es más que una mampara confortable. Sólo hay que medir la reacción de un padre Chautard cuando el propio Papa emprende el dar la interpretación católica de los textos del concilio: a ese tren, piensa él, se encamina hacia una solución práctica. Habría un bello psicoanálisis pendiente. Nada de acuerdos prácticos antes de un reglamento total de las cuestiones doctrinales; ¡pero también, nada de soluciones doctrinales que nos obligarían a un acuerdo práctico… hay allí algo de frustración y ustedes no han salido del albergue ni entrado en el regazo!
Lo más triste es esta distorsión creciente en el seno de la Fraternidad San Pío X entre posiciones como las de su superior (que deben acreditar, pienso, la mayoría de sus miembros) y algunos puntos quemantes de inflamación aislados pero fulgurantes de anacronismo, como los que se acaban de encontrar. No quiero creer que Mons. Fellay ignora estos textos o que los aprueba. Aún menos que en ello pueda haber una comunicación a dos velocidades, una oficial y externa para la Autoridad y otra oficiosa a uso de los miembros, por algún comanditario.
Habría preferido seguramente comenzar el año 2008 por observaciones más amenas. Les presento sin embargo mis deseos más calurosos, como a todos los lectores, con mis oraciones y mi amistad en Nuestro Señor. Pero un ojo sagaz sólo verá ahí mi gran amor por la Fraternidad, ampliamente compartido en Roma. Y después, no hago más que defenderme de ataques personales de los padres de Champeaux y Chautard que, por ser bien jóvenes y quizá bien intencionados, no son menos peligrosos para la Tradición en general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario