¿Se debe interpretar el Decreto del Papa?
En una alocución a los estudiantes de
Mayo de 1909 San Pío X les decía:
“Amad al Papa, no de palabra, sino con toda verdad y sinceridad. Cuando se ama de veras al Papa, no hay que discutir, de ninguna manera, lo que él ordena o exige, ni hasta qué punto o en qué materia debe ser obedecido; cuando se ama al Papa, jamás debe uno permitirse afirmar que no ha hablado con bastante claridad. ¡Como si el Papa estuviera obligado a repetir a cada uno en particular lo que tantas veces ha declarado expresamente y abiertamente, no tan sólo de viva voz, sino en sus encíclicas o demás documentos oficiales! No deben ponerse en tela de juicio sus órdenes, so pretexto de que no es el Papa el que manda directamente, sino las Congregaciones Romanas. Eso ni se puede ni se debe hacer. Nadie puede limitar al Papa su poder, ni decir hasta dónde puede ejercer su autoridad. No debe anteponerse a la autoridad del Papa la de cualquier otra persona por docta e inteligente que sea, si no piensa como el Papa, porque si bien es verdad que puede ser docta, de ninguna manera puede afirmarse que sea santa”.
Y en su última alocución consistorial del 27 de Mayo de 1914 terminaba así:
“Decid a todos, pero especialmente al clero, que es en las discusiones acerca de la doctrina, es donde Satanás alcanza el triunfo y domina a los redimidos. Para conservar la unión en la integridad de la doctrina, decid solemnemente que los hijos devotos del Papa son aquéllos que obedecen su palabra y la siguen en todo, y no los que con arbitrarias interpretaciones estudian la manera de eludir su órdenes atribuyendo a sus palabras distintos significados de los queridos por el Papa e interpretando como aprobación su prudente silencio”.
Tomado del Boletín del OASIS nº 130
No hay comentarios:
Publicar un comentario